TRISTEZA


LA ALEGRIA
Cierta vez, la alegría pasó por la puerta de mi casa. Al volver mi rostro, la vi pasar como una ráfaga de viento. Corrí tras ella, traté de alcanzarla, pero por más que lo intentaba al alzar mis manos solo tocaba al viento. Con el despertar del alba muy triste, regresé al portal de mi ventana.
Conversé con las flores y mis orquídeas. Les conté sobre mi encuentro con la alegría y cómo se me escapó entre los dedos. Ellas, sabias y pacientes, me escucharon. Las mañanas también parecían comprender mi desconsuelo.
Entonces, un día, al volver a casa después de una larga jornada, estaba allí: la hermosa alegría acariciándome el alma. No como un fugaz viento, sino como un cálido abrazo. Me di cuenta de que no se trata de perseguirla desesperadamente, sino de permitir que llegue cuando menos lo esperamos.
La alegría no es un objeto tangible que podamos atrapar con las manos. Es un estado del corazón y del espíritu. A veces se esconde en los detalles más simples: una sonrisa compartida, una canción que nos emociona o el aroma de la lluvia en el aire.
Así que ahora, en lugar de correr tras ella como un niño perseguiré una mariposa, me sentare en silencio y esperare. Sé que vendrá a mí cuando sea el momento adecuado. Y mientras tanto, seguiré conversando con las flores y mis mañanas, porque en su compañía también encuentro pequeñas dosis de esa alegría que tanto anhelamos.
La vida es un constante fluir de emociones y experiencias. La alegría puede ser esquiva, pero cuando llega, ilumina todo a su paso. Así que no la busquemos desesperadamente; dejemos que nos encuentre en su propio tiempo.
Autor; Luis Alberto Morales .
Seudónimo; Luis Alberto Del Alba.
Reservados todos los derechos de autor.
Escrito en Casablanca, Valparaíso Chile.
*Nota del autor: Este relato está inspirado en una experiencia personal y en la belleza efímera de la alegría.*
Todas las reacciones:
Luis Alberto del Alba



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